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El “Si..” de Kipling

“Si..” de Rudyard Kipling fue escrito en 1895 y se publicó por primera vez en el libro «Rewards and Fairies» en 1910. Está escrito en un tono paternal, como un consejo para el hijo del autor, John.

Si puedes mantener en su lugar tu cabeza cuando todos a tu alrededor, 

han perdido la suya y te culpan de ello. 

Si crees en ti mismo cuando todo el mundo duda de ti, 

pero también dejas lugar a sus dudas. 

Si puedes esperar y no cansarte de la espera; 

o si, siendo engañado, no respondes con engaños, 

o si, siendo odiado, no te domina el odio 

Y aún así no pareces demasiado bueno o demasiado sabio. 

Si puedes soñar y no hacer de los sueños tu amo; 

Si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo; 

Si puedes conocer al triunfo y la derrota, 

y tratar de la misma manera a esos dos impostores. 

Si puedes soportar oír toda la verdad que has dicho, 

tergiversada por malhechores para engañar a los necios. 

O ver cómo se rompe todo lo que has creado en tu vida, 

y agacharte para reconstruirlo con herramientas maltrechas. 

Si puedes amontonar todo lo que has ganado 

y arriesgarlo todo a un sólo lanzamiento; 

y perderlo, y empezar de nuevo desde el principio 

y no decir ni una palabra sobre tu pérdida. 

Si puedes forzar tu corazón y tus nervios y tus tendones, 

para seguir adelante mucho después de haberlos perdido, 

y resistir cuando no haya nada en ti 

salvo la voluntad que te dice: «¡Resiste!» 

Si puedes hablar a las multitudes y conservas tu virtud 

o caminar junto a reyes y no pierdes tu integridad. 

Si no pueden herirte tus enemigos ni tampoco tus amigos. 

Si todos ponen en ti su confianza y ésta no queda nunca defraudada: 

Si puedes llenar cada minuto implacable 

con sesenta segundos que merezcan haber sido vividos, 

el mundo es tuyo, con todos sus tesoros 

y aún más ¡serás un hombre, hijo mío! 

― Rudyard Kipling (1865 – 1936) 

Kipling exalta la voluntad inquebrantable y la autodeterminación. Su poema es un himno a la resistencia interior, un mensaje que resuena como un eco de confianza dirigido al alma. Cada una de sus estrofas evoca valores esenciales: coraje, determinación, dignidad, autodisciplina, perseverancia y la firmeza de carácter ante la adversidad.

El poeta defiende una moral basada en la fortaleza y la independencia personal. Su mensaje nos insta a aceptar el dolor sin someternos a él, a mantenernos firmes sin arrogancia ya desafiar el destino con la cabeza en alto. Lo verdaderamente importante es no doblegarnos ante la oscuridad y recordar siempre que somos los arquitectos de nuestro destino.

La elección es nuestra. Si, y solo si, abrazamos la fuerza que llevamos dentro, podremos resistir cualquier tempestad, erguirnos sobre nuestras caídas y alcanzar la victoria más importante de todas: la de ser fieles a nosotros mismos.

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